La necesidad de consumir.

Habitualmente, con algunas excepciones muy puntuales; la salud del estado financiero es un reflejo de la salud emocional. Esto es así porque la forma de administrar el dinero, muchas veces se aprende de forma emocional y no racional; por ejemplo, se nos ha enseñado que el no tener las mejores cosas, es motivo para sentirnos mal.

Esto contrasta con algunos de los consejos más repetido por multitud de personas entendidas en el tema, desde las abuelitas, hasta los mejores asesores financieros (vea usted a quién le quiere hacer caso); “aprenda a vivir con lo que tiene”, “no gaste lo que no tiene”.

Ciertamente la intención de mejorar las condiciones de vida es muy noble, sobre todo cuando esta intención no solo implica un deseo personal de bienestar sino también familiar; pero para lograrlo, será necesario aprender a administrar, y para eso, usted debe ordenar su mente y corazón.

Las publicaciones de este blog están tomados del libro «PAUSA». En él podrás encontrar artículos no publicados en la web.