El castigo físico. “A mí me pegaron y ahora soy buena persona”

Cuando se habla de disciplinar a los hijos e hijas inevitablemente se termina hablando del castigo físico; sea el cincho, el chilillo, la sandalia o la palma de la mano. El castigo físico, aunque socialmente mal visto por unos y desaconsejado por la psicología, sigue siendo uno de los métodos más populares y efectivos para “amansar” a las niñas y a los niños o de disciplina, sino que lo convierten en la herramienta principal para dicho fin, se coronan con la que dice “a mí me pegaron y ahora soy buena persona”.

Si Usted piensa así, deténgase un momento y examine la situación haciéndose estas preguntas: ¿El castigo que doy es exagerado?, ¿El regaño, el grito y el golpe son las únicas formas que tengo para corregir a mis hijos?,  ¿Les pego para no complicarme la vida?, ¿creo que tengo resentimiento con mis padres?; si su respuesta ha sido sí por lo menos en una pregunta, considere otras medidas de disciplina porque en la mayoría de estos casos, el problema no es el niño que se porta mal, sino el adulto que lo castiga.

 Las publicaciones de este blog están tomados del libro «PAUSA». En él podrás encontrar artículos no publicados en la web.