La vida no es lo que esperaba.

Parte de crecer es ir haciendo expectativas de lo que queremos en la vida; la casa, la pareja, el trabajo, el estilo de vida que soñamos; sin embargo, a veces la vida es distinta a como nos la esperábamos.

Ante esto podemos adoptar dos actitudes; una, quejumbrosa, que puede manifestarse con una falsa resignación o aceptación pero que mantiene el ánimo con cierta amargura y frustración. La segunda, más sana y madura, consiste en entender que la vida no es como la imaginábamos en la infancia y la adolescencia. Esto nos lleva a crear nuevas expectativas, realistas y con las que podemos sentir satisfacción.

Sin duda, decirlo es más fácil que hacerlos en muchas ocasiones, porque no se logra de golpe, sino poco a poco. Para superar esto se puede iniciar valorando las cosas positivas que se tienen hoy; luego, pensar en metas sencillas y comenzar a hacer acciones para alcanzarlas.

 

Las publicaciones de este blog están tomados del libro «PAUSA». En él podrás encontrar artículos no publicados en la web.